lunes, 26 de octubre de 2015

Un análisis necesario: Jardines románticos en Alicante

Panteón Quijano. Alicante
Gaspar Jaen i Urbán y Pablo Juan Gutiérrez nos proporcionan en un brillante artículo (Jardines románticos en Alicante, Canelobre, invierno de 2014, dedicado a Las Bellas Artes en la provincia de Alicante en el Siglo XIX, nº 64, pp. 469-481) las herramientas necesarias para analizar y situar en su contexto los jardines históricos públicos (y también privados) que subsisten en las ciudades de la provincia, no solo porque proponen una tipología que a la vez es una propuesta de análisis; también porque nos acerca a un proceso de reflexión en torno a esos espacios en la medida que la intervención pública puede tener efectos indeseados, como puede deducirse de una lectura atenta del artículo. Hablamos de herencia recibida y de patrimonio ciudadano a cuidar y transmitir a generaciones futuras. 
Glorieta de Denia, 1958
El jardín público decimonónico aporta unas características distintivas que suponen un salto cualitativo en el diseño urbano; como bien se afirma en su introducción:
La mayor parte de los grandes jardines que se construyeron y se plantaron a lo largo del siglo XIX en las ciudades europeas tenían una finalidad muy diferente de los jardines de épocas anteriores. El jardín urbano europeo del ochocientos, que podemos también calificar como jardín romántico atendiendo a criterios estilísticos, se caracteriza por ser generalmente un espacio público integrado en la vida urbana cotidiana y destinado al solaz del conjunto de los ciudadanos, mientras que con anterioridad el jardín había sido por lo general un espacio cerrado, más o menos prohibido o de imposible acceso, vinculado al palacio nobiliario o a la gran mansión burguesa; o grandes parques destinados a la práctica de la caza; o incluso un territorio de investigación, como era el caso de los jardines botánicos vinculados a las universidades; en todo caso el jardín del Ancient Regim era un territorio exclusivo destinado al ocio, al recreo o al estudio de la nobleza o de las capas más cultas y adineradas de la burguesía... 
Plaza Gabriel Miró
Como indica Fariello, a partir del siglo XIX, los parques y los jardines, más que para el disfrute de unos cuantos, como parte integrante de las grandes residencias señoriales, se crearon sobre todo para satisfacer las exigencias higiénicas, recreativas y educativas de los habitantes de las ciudades.

Jardín Peñacerrada Muchamiel
A partir de un sencillo esquema siguiendo la interesante taxonomía propuesta por Ribas Piera para los jardines de Cataluña (Riba, 1991) podemos distinguir tres tipos principales de jardín decimonónicos, según su morfología y su función urbana: la plaza, el bulevar y el parque. En el primer supuesto, las plazas, caracterizadas por espacios generalmente rectangulares, verjados inicialmente y solo accesibles durante el día, ocupando espacios que podrían ser solares edificables. Se citan como ejemplos significativos el Panteón de Quijano o el Portal de Elche en Alicante y las Glorietas de Elche, Denia y Orihuela. 
Jardines del Marqués de Fontalba. Jacarilla
El segundo supuesto, el jardín bulevar, de trazado longitudinal ocupando el espacio de una calle con espacios destinados a la circulación de vehículos, lo que ha terminado casi siempre por suponer su desaparición de hecho ante los embates de automóvil hasta el punto que son escasos los ejemplos que pueden citarse: el paseo del Marqués de Campo en Denia, la Explanada de España y el Parque de Canalejas en Alicante, y poco más. Algunos jardines bulevar, como el paseo de la Estación en Elche o los paseos de la Reina y de Campoamor en Alicante fueron demolidos por completo en el siglo XX.
Desaparecido Paseo de la Estación.Elche
Una tercera tipología de jardín sería el jardín-parque, situado dentro o fuera de la ciudad, de mayor extensión que los anteriores y en ocasiones más periurbano, vinculado en ocasiones a territorios que habían sido previamente zonas militares, reales o nobiliarias. 
Marqués de campo. Denia
El artículo termina con un breve análisis de los jardines románticos privados (aunque antes se cita con cierto detalle el más interesante jardín noble neoclásico del XVIII, el Palacio y Jardín de Peñacerrada en Muchamiel) El Jardín de Santos en Penáguila, el Palacio y Jardín del Marqués de Fontalba en Jacarilla y el Huerto de Santa Helena en Mutxamel, y enmedio los peculiares jardines / huertos de palmeras ilicitanos, pero eso lo comentaremos en otro lugar. 

domingo, 18 de octubre de 2015

Andando por la Serra Gelada (1). El faro de l'Albir junto a la Torre Bombarda


Demasiado a menudo añoramos lo que no tenemos hasta despreciar, a veces sin querer, lo que es nuestro. Algo así sucede con el Parc Natural de la Serra Gelada entre Altea, Alfaz del Pi y Benidorm, Declarado en 2005, aunque apenas un 20% del su superficie es tierra, ofrece sin embargo suficientes atractivos para dejarse caer y verlo. De entrada la excursión desde L'Albir hasta el Faro y los restos de la Torre Bombarda, motivo de la entrada de hoy, es más que recomendable por un montón de razones. En primer lugar es un paseo pese a lo que pueda parecer si uno mira el google maps; en algo más de una hora de camino asfaltado de pendientes suaves se llega. 

En realidad, si uno va absorto en las vistas como es mi caso puede tardar bastante más, pues son excepcionales, tanto si miramos al Mediterráneo como si lo hacemos hacia el interior con la llanura aluvial de Altea y L'Alfas bordeada de las montañas que le dan a la Marina Baixa todo su carácter: Puig Campana, el Ponoig, el Bernia... La vista del interior es especialmente instructiva porque revela a las claras los resultados de la continua presión urbanística y ambiental que la misma sierra y toda la Marina Baja en general está soportando. Ponerse delante de algo así obliga a uno a reconocer que intentar dejar un mundo mejor a nuestros hijos es una quimera. Cuando fuí hace 30 años por primera vez a L'Albir no había nada, una playa de piedras semidesierta y apenas un par de chiringuitos con unas frituras excelentes. 
Panorámica de L'Albir
Volviendo a la ruta hay que decir que está salpimentada por diversos elementos que le dan un tono especial.
Es una lección de geología, con fallas, fósiles y dunas colgadas; también alberga flora interesante  
Flor de aristolochia pistolochia que alfombra abundantes umbrías
y algún emplazamiento de endémica valenciana. 

La boca de la balena
Panel explicativo

Y curiosidades paisajísticas como la "boca de la balena", una oquedad que semeja las fauces de este animal y que se puede visitar en una escapada sobre la ruta, o el aljibe de bóveda algo más abajo del faro, al que se le supone una antigüedad similar a la Torre Bombarda (S.XVI) actualmente desmochada y no visitable. El aljibe fué un elemento fundamental para la supervivencia de los fareros, pues además de acumular agua  de la escorrentía del barranco, daba riego a una pequeña huerta. 
Paneles y mobiliario en el faro
Panel explicativo. Caza de una cría de foca monje en 1956
También nos aproxima al modo de vida de los fareros, porque el faro, el único abierto al público en nuestra comunidad (aunque no se puede visitar el interior del propio faro, lo entiendo porque a media mañana un río de gente -casi todos extranjeros residentes, o sea que seguimos sin apreciar lo que tenemos- se dirigía al paraje y esto es lo habitual según me dicen) en varios paneles explicativos y mobiliario diverso repartido en sus dependencias contiene un relato más que interesante de sus condiciones de vida.

Pilares de cinta descargadora del mineral



Desechos de ocre tras la molienda y el cribado del mineral
Piedra de moler mineral


Diferentes bocaminas en el paraje
En primer término ruinas de la mina de ocre. Al fondo el embarcadero
Otro elemento de interes lo constituyen las minas de ocre.
J. Ramón Garcia Gandía cita la  posibilidad de que fueran explotadas en época romana y en algún sitio he leído que los fenicios ya lo hacían, aunque las ruinas que se conservan proceden de sus últimos años de funcionamiento en la década de los 70 del siglo pasado De hecho hay dos puntos separados por una colina y es en el segundo de ellos, sin ruinas aparentes, donde solo hay pozos y oquedades de extracción, donde al parecer debe situarse la explotación más antigua. A destacar que justo al final de la línea del barranco hay un embarcadero natural, que sirvió para recoger el mineral. 
Y para terminar, a lo largo de la línea de cresta de toda la sierra, los penya-segats, alucinantes. Desde el faro más de cien metros de caída libre, pero más arriba, en especial en la cumbre de la Serra Gelada, más de 300 metros. Pero eso otro día.

Material adicional
La Guía de la Sierra

La documentación administrativa, con el decreto de aprobación y el plan de ordenación:
 Memoria descriptiva: