martes, 6 de septiembre de 2016

Una coyuntura política endiablada pero no tanto (1)

Para no entretener al lector iré directo al grano: se está gestando una tercera convocatoria de elecciones empujada por lo que hasta hace poco eran los partidos del voto útil (PSOE y PP) que cuentan con perspectivas de crecimiento electoral por encima de los actuales resultados.

En las últimas elecciones Ciudadanos pagó los platos rotos de pactar con el PSOE; ahora sabemos que una parte importante de sus votantes no se lo ha perdonado y han decidido volver al “vale más malo conocido que bueno por conocer”, en un proceso que presumiblemente no ha terminado y que anuncia un posible retorno a una mayoría suficiente del PP para gobernar tras la tercera cita electoral. De pasada hay que observar que el electorado de derechas está por encima de la gran cantidad de casos de corrupción política en torno al PP y parece asumirlo como un mal menor. 
El intento de Ciudadanos de forjar una marca diferencial en el seno del conservadurismo mediante una serie de puntos más bien propios de un ideario progresista como la supresión de las Diputaciones, adelgazar la administración autonómica y redefinir el Senado no ha calado en el electorado de manera que se reabre la tendencia al voto útil que acabará subsumiendo al partido de Albert Rivera como mucho en un mero apéndice españolista de ámbito pancatalán.  Al tiempo. 



Desde esta perspectiva, el desgaste al que están sometiendo el PP y Podemos al PSOE al responsabilizarlo de la nueva convocatoria de elecciones (fijadas el 25 de diciembre, fecha cuidadosamente elegida como eficaz herramienta de presión, que presumiblemente se cambiará o no en función de los pronósticos) mediante un recetario que se repite como un mantra al que parecen haberse incorporado con entusiasmo la totalidad de medios de comunicación, encaja a la perfección como primer acto de una reñida campaña electoral. Lo curioso del caso es que todo el mundo parece haber olvidado que bastaría la abstención de los nacionalistas vascos y catalanes (que en su día pactaron) para que el PP retomara el gobierno del estado. La reiterada práctica de la agresión verbal, del ninguneo y los modales dictatoriales hacía el resto de partidos del arco parlamentario, pero en especial hacia los nacionalistas explica a la perfección la negativa de todos a santificar a Rajoy.  Solo queda saber a quién castigará más la previsible elevada abstención por la nueva convocatoria y ya se sabe que la derecha no se va a quedar en casa.

Por su parte el Partido Socialista Obrero Español es plenamente consciente de que en cualquier caso va a estar en la oposición, pues en cada nueva convocatoria el PP ha reforzado su posición dominante; la única opción que le queda es apostarlo todo a canalizar el reflujo del voto podemita aumentando el número de escaños en una agónica pugna para paliar la nefasta tendencia del voto progresista a la abstención.

Creo que hay una maniobra de hondo calado para que al final solo exista un partido hegemónico en el tablero español (El PP) junto a un retablo de pequeñas formaciones políticas de ámbito parcial (nacionalistas y autonomistas) con las izquierdas de diverso pelaje unidas por rencores mutuos, formando así un crisol de ingobernabilidad que a la postre va a favorecer al partido hegemónico.  En las primeras elecciones del actual ciclo mucha gente fue a votar con la firme convicción de que una coalición de izquierdas iba a desbancar al PP. Los resultados electorales confirmaron solo parcialmente esta posibilidad, frustrada por un inesperado golpe de timón de Podemos hacia el “sorpasso”, vieja tesis de Julio Anguita que en su época terminó hundiendo electoralmente a Izquierda Unida porque conllevaba un entendimiento implícito con el PP en contra del PSOE. La transversalidad de Podemos, que también pescaba en el caladero conservador, desapareció así de un plumazo y con ella la posibilidad de un gobierno de concentración nacional dejando fuera al PP, solución a la que apuntaba el pacto PSOE-Ciudadanos y que de nuevo aparece como la única fórmula posible para tener un gobierno más o menos progresista sin poner en peligro la unidad del Estado español, posibilidad ahora más remota por los resultados de las últimas elecciones y la estrechez de miras de los dirigentes políticos. Así nos va: éxito del PP,  fracaso relativo para PSOE y una cura de humildad para Ciudadanos y Podemos, que mucho me temo van a ser incapaces de recuperar el terreno perdido en una nueva convocatoria electoral, en un ambiente de retroceso palpable de las fuerzas progresistas, con el voto fragmentado y el fantasma de la abstención como manifestación social de hartazgo por el lamentable espectáculo que los políticos están montando. 

http://www.eleconomista.es/economia/noticias/7801448/09/16/Espana-habra-gastado-cerca-de-500-millones-en-elecciones-si-hay-unas-tercerras-en-diciembre.html

http://www.abc.es/espana/abci-abstencion-incertidumbre-consecuencias-convocar-elecciones-25-diciembre-201608200311_noticia.html

http://www.lavanguardia.com/politica/20160821/404085402023/encuestas-terceras-elecciones-analisis.html

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