jueves, 29 de mayo de 2014

LA CANAL DE HIERRO DE FELIPE MEJÍAS LÓPEZ, segunda parte


Con esta segunda entrega termina la publicación del artículo de Felipe Mejías tal cual se publicó en la revista La Serranica, excepto algunos detalles que considero menores, como el aligeramiento de fotografías. Para quien desee consultar la versión impresa, aquí va la cita: 
La canal de hierro. Las sociedades mineras y la extensión del regadío en Aspe a finales del siglo XIX / FELIPE MEJíAS LÓPEZ, en  La Serranica  nº 48, pp. 151-159. Aspe : Ayuntamiento, 2008.

Dado que posteriormente el propio autor pudo precisar algunos extremos enunciados en el artículo, alguno de los cuales incluyó en los comentarios y pies de foto de los paneles informativos, habrá una tercera parte incluyéndolos con una comparativa fotográfica que evidencia los trabajos de restauración y reintegración efectuados. 
En la foto de arriba puede verse una vista desde el Este de la Canal antes de su soterramiento. Se aprecia parte de la cimentación de las pilas. Como afirma más abajo en relación al soterramiento, una "desafortunada intervención que alteró de manera sustancial el aspecto de la canal al sepultar sus pilas, que permanecen ahora totalmente ocultas, acercando al suelo lo que antes se elevaba a unos 8 metros del lecho de la rambla. Se destruyó de esta manera  no sólo su integración paisajística, sino también su categoría artística al desvirtuarse ostensiblemente su ligereza visual y lo grácil, diáfano y armonioso de sus volúmenes".

ARQUITECTURA DEL HIERRO E INGENIERÍA HIDRÁULICA
El éxito de estas prospecciones iba a tener una consecuencia directa: la rápida extensión de la red de acequias y canalizaciones. Los sistemas constructivos tradicionales eran válidos para una empresa de esta naturaleza, pero adolecían de unos métodos de muy lenta ejecución cuando de lo que se trataba era de construir un acueducto que había de salvar una altura considerable. Hacía apenas cincuenta años que se había levantado muy cerca el acueducto del Hondo de las Fuentes[1], pero su concepto estructural ya no era válido para este caso: resultaría demasiado caro, de construcción demasiado lenta, y demasiado expuesto a daños por avenidas en un cauce estrecho y profundo. La urgente necesidad de canalizar los nuevos caudales alumbrados atravesando con un puente la rambla del Tarafa imponía una construcción rápida y a ser posible barata. Y con estos condicionantes era el hierro el material idóneo para ganarse la adjudicación: fabricación de piezas en serie y a medida, de fácil transporte y montaje, adaptable a cualquier forma y función, con posibilidad de salvar luces mayores que la piedra o el ladrillo sin necesidad de trazar arquerías, y a un coste razonable. Así debieron entenderlo sus promotores al adoptar una solución tan novedosa, sólo tres años después de que la Exposición Universal de París y su Torre Eiffel consagraran definitivamente el hierro como material constructivo[2].

Diferente     
Detalle del capitel de fundición de una de las pilas.
     Lamentablemente no se ha podido localizar la documentación que a buen seguro generaron el estudio del proyecto y su posterior construcción, por lo que desconocemos qué empresa se adjudicó el encargo y quiénes fueron –y en qué términos- los encargados de llevarlo a cabo[3]. No sería descabellado pensar en La Maquinista Terrestre y Marítima, empresa barcelonesa cuya actividad en el sector de la metalurgia casi acaparaba el mercado nacional; entre 1868 y 1900 había fabricado y montado en su lugar de destino más de 400 puentes, pontones, pasarelas y acueductos metálicos. Es importante saber que tanto la fabricación como el montaje de estos elementos arquitectónicos se supervisaba íntegramente por ingenieros que la propia compañía desplazaba a las obras. De manera similar actuaban otras compañías activas en el territorio nacional, como la francesa de Eiffel o la belga de La Louvière, esta última encargada en 1885 de la fundición de las cerchas tipo Polonceau de la estación de tren de Benalúa, en Alicante. También podría apuntarse, por razones de proximidad, a La Maquinista Valenciana, fundada en 1880. Todas ellas incluían como parte de su política empresarial la difusión de sus productos mediante catálogos, algo novedoso y de importancia capital, pues ponía a disposición del interesado toda la oferta de productos disponibles de una manera fácil y rápida (Aguilar Civera, 1998: 115-122).
     En cualquier caso resulta evidente la imposibilidad de que una obra de estas características pudiera llevarse a cabo por herreros locales o de pueblos cercanos. En esos años no existía en nuestra provincia una industria metalúrgica capaz de fundir y mecanizar puentes con semejantes volúmenes de hierro; necesariamente hubo que buscarlos fuera de ese ámbito.
 Primer plano de una pletina roblonada

Abrazadera con su fijación a la viga. Adviértase los daños provocados por el óxido.
     En lo concerniente al propio acueducto, este se encuentra ubicado a los 38º19’51’’N y a los 0º47’15’’W, cruzando la rambla del río Tarafa, a unos 300 metros al norte de la carretera que conduce a Hondón de las Nieves. Su finalidad era la de asegurar el trayecto de la acequia que discurre por el lado oeste del camino Ainach hacia el camino de la Carrasca. A principios de los años noventa del pasado siglo se habilitó mediante una alcantarilla la comunicación entre ambos caminos, colmatando el lecho de la rambla con un doble talud de tierra. Desgraciadamente, esta desafortunada intervención alteró de manera sustancial el aspecto de la canal al sepultar sus pilas, que permanecen ahora totalmente ocultas, acercando al suelo lo que antes se elevaba a unos 8 metros del lecho de la rambla. Se destruyó de esta manera  no sólo su integración paisajística, sino también su categoría artística al desvirtuarse ostensiblemente su ligereza visual y lo grácil, diáfano y armonioso de sus volúmenes[4].
     No obstante, podemos conocer su aspecto original gracias a fotografías anteriores a su soterramiento. Está dispuesto con un eje ligeramente oblicuo respecto del cauce, sobre el que se levantan dos pilas centrales de unos 3 metros de altura, formadas por 5 sillares de arenisca de sección pentagonal a modo de tajamares orientados frente a la corriente. Sobre las pilas se disponen dos columnas de hierro colado de unos 4 metros de altura y 20 centímetros de diámetro, de aparente sección circular pero con un ligero éntasis de tendencia cónica que puede establecerse en torno a 1 centímetro por cada metro de elevación. Se rematan con capiteles a modo de basa invertida desprovistos de toda decoración. La luz central es de 9,85 metros, y en torno a los 6,50 metros entre las pilas y los estribos laterales, para una longitud total de 26 metros. Hay que destacar que el estribo norte se ha realizado enteramente de sillería, y que se encuentra afianzado por un talud de mampostería, seguramente para reforzar los empujes que pudiera producir el giro de la acequia y la altura del terreno en este punto. Como curiosidad, hay que reseñar que en este punto existe el graffiti 26/1/43 inciso sobre el mortero de enlucido, y de ejecución claramente posterior a este.
Pletina de unión entre dos tramos de viga.
     La estructura metálica soportada por estos apoyos responde fielmente a la tipología de un puente de doble viga discontinua y tablero superior, con cordón inferior triangular y entramado de celosía plana tipo Warren, aunque aquí se introduce la variante de montantes en nudos inferiores y pendolón trapezoidal central. Toda la cercha y sus nudos aparecen roblonados, disponiéndose pernios a modo de tirantes para asegurar el perfecto arriostramiento de la armadura.
     Sobre ella se dispone un canal compuesto por 13 módulos de chapa metálica con sección en U de 2 metros de longitud, 42 centímetros de altura y 64 de anchura exterior. Se ensamblan mediante pletinas roblonadas, que a su vez descansan sobre unas abrazaderas a modo de calzos, levemente ornamentadas al disponer su final como una pequeña voluta. Fuera de este detalle y de los mencionados capiteles, la ausencia de motivos decorativos es absoluta, destacando esta desnudez la supremacía y elegancia de líneas de la estructura.

     Obras similares existen en nuestro entorno, pero todas ellas parecen ser posteriores. En Aspe permaneció en pié hasta octubre de 1982 el conocido como Puente de Hierro, pasarela metálica de 20 metros de luz levantada hacia 1910 bajo la dirección del ingeniero Próspero Lafarga[5] (Martínez Español, 2007: 93-94). Existe un acueducto de parecida inspiración al nuestro, también de hierro, en la Rambla de Puça, en Petrer, pero su construcción también corresponde a los primeros años del siglo XX (Jover Maestre y Pérez Medina, 2007: 50). Así pues, y salvando los puentes metálicos de Elda y Novelda en el trazado ferroviario Madrid-Alicante, levantados en la temprana fecha de 1857, puede reivindicarse a La Canal de Hierro como la primera obra de ingeniería que representa la arquitectura del hierro en las tierras del Vinalopó.
Fita situada en el tramo del canal perteneciente al camino de La Carrasca.
El Puente de Hierro, obra de Próspero Lafarga, poco después de su construcción. Hacia 1910.
*****
Mi más sincero agradecimiento a José María Cremades Caparrós por haberme facilitado las dos fotografías que ilustran el estado del acueducto anterior a su soterramiento. Y también porque en su momento se esforzó para que el adolescente que fui entendiese la importancia de aprender a descubrir y valorar nuestra historia más cercana.
A Nuria García Gil, porque sabe ver como un tesoro lo que otros no verían más que como un viejo papel. Ella ha puesto a mi disposición la acción de la Sociedad Minera La Unión.
A Juan Carlos Ruiz Martínez, por trasladarse hasta 1892 para llevar al lienzo con mano maestra lo que fue un acontecimiento digno de recordar. Le ha dado de nuevo respiración y vida, superando a la fotografía que no pudo ser.
A Pedro Díez Navarro por su paciente ayuda en ciertos cálculos matemáticos referentes a la estructura metálica del canal.
Y a Ginés Martínez Martínez por toda su colaboración, por pisar el terreno, por sus fotografías, por su tiempo y por tantas y tantas cosas que nunca le podré agradecer lo suficiente.

FUENTES

Archivo Histórico Municipal de Aspe (AHMA). Libros de actas de plenos municipales.

BIBLIOGRAFIA

I. AGUILAR CIVERA (1998): Arquitectura industrial. Concepto, método y fuentes. Museu d’Etnologia. Diputación de Valencia.
I. AGUILAR CIVERA, dir. (2005): Cien elementos del paisaje valenciano. Las obras públicas. Conselleria d’Infraestructures i Transport. Generalitat Valenciana.
J. M. CREMADES CAPARROS (1992): “La Rafa de Percebal, La Acequiecica y La Fuente de Barrenas”. Revista La Serranica, nº 40. Aspe, pp. 45-48.
J. M. CREMADES CAPARROS y F. P. SALA TRIGUEROS (1994): “Las Canales. La conducción de agua potable de Aspe a Elche. Siglo XVIII”. Revista La Serranica, nº41. Aspe, pp. 82-88.
J. M. CREMADES CAPARROS y F. P. SALA TRIGUEROS (1998): “Construcciones para el aprovechamiento de las aguas del Tarafa y Vinalopó: molinos y rafas”. Revista La Serranica, nº 43. Aspe, pp. 35-39.
J. M. CREMADES CAPARROS y F. P. SALA TRIGUEROS (2005): “Catálogo de arquitectura rural de Aspe”. En T. PEREZ MEDINA (coord.), El patrimoni històric comarcal. II Congrés d’Estudis del Vinalopó. Centre d’Estudis Locals del Vinalopó. Petrer, pp. 151-180.
M. CREMADES CREMADES (1966a): Aspe, Novelda y Monforte. Imprenta-Papelería Tomás Fernández. Alicante.
M. CREMADES CREMADES (1966b): “Historia de la huerta de Aspe”. Revista La Serranica. Recogido en J. P. ASENCIO CALATAYUD (comp.): Aspe. Antología Documental, p. 355. Instituto de Estudios Alicantinos, Excma. Diputación Provincial. Alicante, 1982.
F. J.  JOVER MAESTRE  y T. V. PEREZ MEDINA (2007): “Petrer, el camí de la rambla de Puça”. En T. PEREZ MEDINA (coord.), Arquitectures tradicionals de l’aigua a les valls del Vinalopó. Centre d’Estudis Locals del Vinalopó. Petrer.
G. MARTINEZ ESPAÑOL. y F. MEJIAS LOPEZ (2005): “La conducción de aguas entre Aspe y Elche (1785-1789). Una manifestación emblemática de la política reformista ilustrada”. En T. PEREZ MEDINA (coord.), El patrimoni històric comarcal. II Congrés d’Estudis del Vinalopó. Centre d’Estudis Locals del Vinalopó. Petrer, pp. 197-224.
G. MARTINEZ ESPAÑOL (2006): “El regadío de Aspe en época moderna. Constitución de la Junta de Regantes en sociedad privada, 1793”. Revista La Serranica, nº 47. Aspe, pp. 140-153.
G. MARTINEZ ESPAÑOL (2007): “Aspe. Acueductos sobre el Río Tarafa”. En T. PEREZ MEDINA (coord.), Arquitectures tradicionals de l’aigua a les valls del Vinalopó. Centre d’Estudis Locals del Vinalopó. Petrer, pp. 85-103.
F. MEJIAS LOPEZ y J. M. CANDELA GUILLEN (1998): “Aproximación a la Historia del Arte en Aspe”. En F. VICEDO SANTONJA (coord.): Aspe. Medio físico y aspectos humanos. Excmo. Ayuntamiento de Aspe, pp. 362-363.
T. V. PEREZ MEDINA (1999): Los molinos de agua en las comarcas del Vinalopó (1500-1840)


[1] Cien años atrás José Gonzálvez de Coniedo había erigido, como parte de un proyecto de mayor enjundia, un magnífico y bello ejemplo de acueducto en el paraje de los Barrancos, pero su inspiración resulta ser la de un arquitecto clásico, un esteta al servicio del reformismo ilustrado. Pueden compararse estas tres obras para entender perfectamente cuánto habían cambiado a lo largo de la centuria los planteamientos artísticos y constructivos.
[2] Se reflejan aquí los conceptos de utilitarismo y racionalidad compositiva que el uso del hierro ofreció a los arquitectos e ingenieros de la segunda mitad del siglo, con su aplicación masiva en la construcción de puentes y viaductos para el tendido ferroviario y con la introducción del hierro como material fundamental para la construcción de todo tipo de estructuras.
[3] En posteriores estudios se intentará profundizar en estos aspectos.
[4] Antes de esta intervención, en una fecha que desconocemos, ya se había sepultado parcialmente la pila sur. Sería deseable que en un futuro no muy lejano se reintegrara a su estado original a la vez que se restauran los daños sufridos a causa del óxido, ya muy avanzados en el canal propiamente dicho.
[5] Proyectista y responsable, entre otras obras, de la construcción del espectacular Viaducto de Canalejas en Alcoy, levantado a partir de 1897, y de la historicista Lonja del Pescado de Alicante. Ignoramos si había iniciado su actividad en 1892, cuando se construye La Canal de Hierro.

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