Las salas de una antigua fábrica del siglo XIX
albergan estos días el trabajo del ceramista alicantino Arcadi Blasco y de su
grupo de 12 alumnos. Bajo la dirección del prestigioso artista, estos
apasionados de la cerámica se han dado cita en un curso organizado por el Museo
de Cerámica de Agost que finaliza hoy. Durante dos semanas el ejercicio ha
consistido en elaborar los bocetos que más tarde servirán para la construcción
de monumentos a gran escala. Se trata de "adecuar la pieza a un espacio
urbano determinado", en palabras del propio ceramista de Mutxamiel. Al
veterano creador, que va a cumplir 70 años, le avalan sus figuras expuestas en
calles de El Campello, Alicante, Elche, Altea o la pedanía de Santa Faz, por
citar sólo algunos ejemplos. Arcadi Blasco trabaja la cerámica desde que a los
25 años empezó a estudiar esta técnica en Italia. Recuerda cómo los amigos le
tomaban el pelo preguntándole si quería dedicarse a fabricar botijos.
"España sufrió una gran tara a partir del reinado de los Austrias, que
impusieron sus modas y despreciaron lo autóctono. De esa época viene la
confusión tan española de creer que lo extranjero es siempre lo mejor, y una de
las primeras cosas en sucumbir fue la cerámica nazarí", afirma. La
cerámica era un oficio vil, el trabajo de los nazaríes derrotados, del pueblo
vencido, y por lo tanto no podía tener interés artístico. Y hoy perdura esta
confusión, ya que esta disciplina no es materia de estudio en la mayoría de las
facultades de Bellas Artes. El contrapunto lo ponen los países asiáticos, donde
un alumno pasa seis años por la Universidad antes de ser ceramista. "Es
vergonzoso que al señor Zaplana se le ocurra llevar de regalo a Japón una
cerámica, cuando todo el mundo sabe que allí hacen las mejores piezas del
mundo, y que encima lo haga de la mano de otro señor que dice las boberías de
Julio Iglesias sobre la paella es todavía peor", apunta el ceramista.
Arcadi Blasco siempre se ha rebelado contra lo que llama la ignorancia de las
altas jerarquías. Recuerda que en una reunión de artistas españoles con Juan
Carlos I, éste comentó que el arte moderno no entrañaba dificultades serias.
"Le llamé analfabeto, y le dije que si él estaba de acuerdo yo me
comprometía a enseñarle a dibujar. Lo curioso es que un año más tarde, en otra
recepción, se acordaba de la anécdota", recuerda. El ceramista hace
extensible la ignorancia sobre el arte moderno al ex presidente del Gobierno
Felipe González. "Un día nos preguntó en La Moncloa qué podía hacer él
para ayudar a los artistas españoles, y lo increíble del caso es que cada uno
de los objetos de arte que nos rodeaban era de un país diferente, pero ninguno
de ellos español", apunta. Los 12 alumnos que se afanan en Agost con el
maestro intentan ahora recuperar la tradición de la cerámica en España.
Trabajan sus bocetos, buscan la mezcla exacta de barro y realizan las pruebas
de cocción. "Cada barro, según sus características, se comporta de una
manera diferente, y el horno, dependiendo de si es de leña, gasoil u otra
energía, proporciona un resultado determinado", explica Blasco. Una vez
conseguida la mezcla, se realizan los bocetos a escala siguiendo el principio
renacentista de la regla áurea. El aspecto definitivo se logra componiendo un
fotomontaje que permite averiguar cuál sería la forma del monumento dentro del
espacio urbano elegido. Pintores de la talla de Picasso o Miró se han acercado
a la cerámica en algún momento de sus vidas, porque según explica Arcadi
Blasco, existe una tendencia natural a transformar el barro a través del fuego.
Él piensa continuar su trabajo, aunque no ha decidido dónde. "Si vuelvo a
rejuvenecer, quiero salir de España, porque aquí siempre te topas con la misma
mediocridad. Si puedo, continuaré en Estados Unidos, aquí no hay demasiadas
perspectivas", se queja.
Asociación española de ciudades de la cerámica
Alicante Vivo:
Foto Homenaje a la Dama de Elche de: http://www.flickr.com/photos/jrafaelnavarro/
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