Esta semana nos hemos enterado de que el déficit público del 2015 (la diferencia entre lo gastado y lo recaudado por el Estado y las Administraciones públicas) en términos porcentuales y absolutos, lejos de disminuir según prometió el PP casi hasta hoy mismo, sigue aumentando. Tenemos así que cada españolito de a pie, sin distinción de edad, sexo, ni otras zarandajas, debe (o debemos) la nada despreciable cifra de 23.000 euros céntimo arriba o abajo. El gobierno ahora en funciones ha dinamitado una de las condiciones expresas de estabilidad de la UE. A mi criterio el anuncio de sanciones y su aplazamiento viene a ser una forma clara de posicionarse a favor de los que hoy gobiernan y en contra de los que vengan después; deja la puerta abierta a modular las medidas en función de quien forme el próximo gobierno y al mismo tiempo al no adoptarlas ahora, salva la responsabilidad del gobierno que realmente ha contribuido al descontrol del déficit. Así las cosas, parece que se esté premiando al actual gobierno en funciones y debe ser así pues España queda en inmejorables condiciones para seguir siendo intervenida, mediante fórmulas blandas de rescate, al servicio de garantizar beneficios al inversor del núcleo duro europeo.
En definitiva reducción escandalosa de gastos públicos de componente social, que se pregonaba como requisito previo para luchar contra el déficit no ha cumplido su objetivo y cabe preguntarse al menos dos cosas:
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El nivel de competencia del equipo económico del gobierno. Ya en 2014 se produjo un aumento de la recaudación vía impuestos, mediante la sencilla fórmula de incrementar la presión fiscal sobre la población en general (IVA e IRPF) y aligerar la carga impositiva sobre las sociedades (empresas), impuestos que por ello siguen en caída libre. Un aumento de los ingresos en 2014 (último año en el que se tienen datos contrastados) que sin embargo también lleva aparejado un incremento del déficit público. El Estado ha recaudado más y sin embargo ha gastado por encima de lo recaudado. Si completamos el panorama con la reducción neta en partidas de contenido social nos quedamos en la antesala de la mera incompetencia o --lo que aún es peor-- el desbarajuste premeditado de las cuentas públicas.
La viabilidad de las políticas de ajuste duro sobre los ciudadanos. El aumento de impuestos a las personas, la reducción real de renta disponible para la mayoría de ciudadanos, la rebaja en los niveles de dotación de los servicios públicos, etc., configura un cóctel de difícil digestión también para la economía en general, en especial la española que al ingresar en la UE perdió algunos de los mecanismos en los que tradicionalmente basaba su política económica, como la devaluación monetaria o el proteccionismo arancelario. El diferencial de empleo entre España y el resto de la UE otorgaba cierta validez a los mecanismos suprimidos y ahora se puede comprobar cómo aplicar una misma fórmula sobre diferentes países con diferente punto de partida y con historias económicas y sociales diferentes en realidad lo que puede generar es un desbarajuste mayor en el tejido social, justo lo contrario de lo que supuestamente se pretende. En otras palabras, el desempleo bajaba mejor con la devaluación y el proteccionismo que con los ajustes practicados ahora, pues si bien es cierto que el empleo se está recuperando, lo hace a costa del trabajo precario: hay menos parados pero más pobres y una parte de los pobres ya no está parado como antes, sino empleado en condiciones vergonzosas.
No podemos olvidar que tanto en Europa como aquí la opción política predominante es el neoliberalismo, la reducción del Estado y de la iniciativa pública, favoreciendo la libre empresa y el libre mercado (sic), con el laborismo y la socialdemocracia en franca desbandada. No entraré a discutir que dentro de la racionalidad económica europea esté la revisión de determinados parámetros del Estado social y democrático de derecho, tras varios siglos de conquistas sociales, pero aplicar esas fórmulas aquí cuando aún tenemos un estado social incompleto y paupérrimo por ello, puede conllevar riesgos sociales ya evidentes. Las llamadas a la desobediencia civil o la solidaridad entre los que nada tienen apuntan a que algo serio se está preparando.
Aún no hemos hablado de la corrupción política, perpetrada de forma cada vez más evidente, desde los aparatos de los partidos en el poder, en especial el PP. Resulta curioso y desazonador observar como la oposición política real son los Tribunales y los medios de comunicación, mientras que los partidos políticos sin excepción contribuyen no poco a dar una apariencia de normalidad que en definitiva termina sacralizando a los corruptos. Y no estamos ante un tema relacionado de forma tangencial con el déficit público: la lucha contra la corrupción lleva directamente a una reducción notable del gasto público y a una mayor rentabilidad de sus inversiones; la suma de lo defraudado y lo apropiado indebidamente en todas y cada una de las AA. PP. cambiaría radicalmente las cifras del déficit.
Y no me refiero a la lucha contra la corrupción que sale en la prensa y el resto de medios de comunicación, que me parece la más burda en su ejecución y por ello la más sencilla de detectar y prevenir; me refiero a la búsqueda de otros nidos de prácticas corruptas alrededor de las AA.PP. para los que haría falta un trabajo de investigación minuciosa que, salvo raras excepciones no observo que los políticos acometan, empeñados más en problemas de imagen que en ejercer todas las prerrogativas y potestades que el derecho les otorga. Como ejemplo significativo, las parcelaciones de contratos de mantenimiento y subcontrataciones me parece una de las tramas más importantes en los que participan determinados políticos; en vez de estar prohibidas y perseguidas son legales y así, tenemos que construir cuatro aulas prefabricadas o barracones cuesta al erario publico lo mismo que un colegio, La contrapartida a eso es una suma de sueldos y empresas que viven gracias a las componendas que inventan o consienten los partidos que en cada caso ostentan el poder político. En definitiva algo deben estar haciendo bien los del PP si con la que les está cayendo son capaces de mantener una más que importante bolsa de votantes que no se explica solo por las características del sistema electoral o el predominio de la mentalidad franquista en determinadas zonas de nuestro territorio; el clientelismo político, hasta el de menor nivel, está al menos en parte anclado en la corrupción, la visible y la oculta. La dinámica de embarrar con tramas al resto de partidos incluyendo aquí a Podemos, parece cobrar réditos importantes, pues este partido parece ahora más empeñado en prolongar la lucha cainita entre la izquierda adoptando la corta visión del "sorpasso" de Julio Anguita, que en poner medidas reales para impedir que el PP se renueve como partido gobernante, solo o en coalición; en vez de hablar a toda hora del vínculo entre ese partido político y las corruptelas en todas las esferas de la Administración, de la creciente marea de olvidados del sistema, el paro o los desequilibrios del sistema de representación política que nos toca sufrir, un silencio creciente alcanza sus filas solo alterado por una palabra: "sorpasso". En fin, la evolución de postulados es digna de un análisis detallado: desde pretender capitalizar políticamente las mareas, presentándose como un partido transversal al servicio de los desahuciados y desheredados que estaba -y está- generando el sistema, con una posición ideológica transversal al actual e inequívoco planteamiento izquierdista, en el que las aspiraciones de la gente ocupan un lugar cada vez más secundario...
Algo parecido pasa con Ciudadanos. De la lucha contra la corrupción y por la simplificación de las administraciones planteando la supresión por ejemplo de las Diputaciones o la reconversión / desaparación del Senado, dos estructuras dominadas por los apesebrados, llegamos ahora y aquí a su papel como sostenedor de las Diputaciones frente al supuesto intrusismo del Consell, por poner un ejemplo significativo.
¿Y el PSOE?. ¿Donde está ahora el PSOE? Eso me gustaría saber.
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